lunes, octubre 24, 2005

Al principio fue la ira...

Saludos.

Empiezo este cuaderno para desahogarme. Lo necesito, es la pura verdad.

A veces creo que voy a explotar de ver tanta tontería junta en la televisión, en los periódicos o en conversaciones casuales con la gente. Como no siempre estoy dispuesto a tragar lo que me echan, que mi estómago es frágil y quiero cuidarlo, considero que tengo dos salidas: o desconectar completamente de todo, encerrarme en un agujero y rezar para que el mundo mañana sea un poco más normal, o hacer algo para cambiarlo. No sé qué puede importar una persona sola, que nunca se ha considerado una revolucionaria, pero veo que hay un montón de pequeñas cosas que puedo hacer con poco que me esfuerce y creo que, por lo menos, merece la pena intentarlo.

No soy nadie importante. Trabajo como programador, es decir, el típico personaje que no cuenta. Tengo siempre retrasados varios proyectos simultáneamente en desarrollo, poco tiempo libre, una tesis que no avanza, y muchas ilusiones puestas en el futuro que el tiempo se encarga de ir aplastando una a una. Sí, sólo soy uno más de esos. Pero ahora con un blog. ¿Y qué temas imagino para este rinconcito mío? Ya que parece que ahora se busca fomentar en la gente de la calle (en mí, maldita sea) la idea de que restringir el acceso a la cultura es algo natural para que los autores de las ideas puedan vivir de ello, y como resulta que no estoy de acuerdo con el planteamiento, ese es mi tema principal de momento. Y es que no quiero que me mientan más de lo necesario, con esas mentiras poco imaginativas. Así que citaré legislación que no conozco, ofreceré ejemplos cogidos por los pelos, buscaré alternativas extravagantes para las respuestas más sencillas, simplificaré las cosas hasta el absurdo... todo ello con la intención de que a alguien le inspire una sola idea afortunada y llegue a sacarla adelante.

Mientras tanto, gracias por aguantarme.