P2P y ética: la segmentación regional y las protecciones anticopia
Segundo ejemplo. La protección regional del dvd.
En realidad no sé si este ejemplo es correcto, porque se acerca peligrosamente a lo ilegal. Conspiración para repartirse el mercado y dominar el mundo o algo parecido.
¿Qué pensarías si un país sólo te permitiera caminar por sus calles si llevas calzado nacional? ¿Te imaginas tener que cambiar de zapatos en la frontera, abandonar los viejos, buenos y cómodos, para calzar unos autorizados en esta zona, que tienes que comprar a dos veces el precio al que estás acostumbrado y encima te quedan pequeños? Pero no protestes, que lo hacen para proteger a la industria nacional del calzado de la amenaza de los zapatos extranjeros, más baratos no se sabe cómo. Ahora que el mundo es cada vez más pequeño y puedes comprar desde el ordenador en cualquier parte del globo, o tal vez a causa de ello, la industria regional tiene que protegerse artificalmente para seguir siendo competitiva. Sabes que si lo hiciera un país nos parecería ridículo, pero si fuera la práctica habitual ni nos llamaría la atención.
Y eso es lo que pasa hoy en la industria del cine. Las grandes distribuidoras americanas, que en la práctica son quienes deciden qué podemos ver y cuándo, partieron el mercado en seis grandes zonas para que poder distribuir básicamente la misma película, pero conteniendo los efectos de la ley básica de la oferta y la demanda al interior de cada una de ellas. Así, si una zona resultaba muy barata, por falta de demanda, por ejemplo, no ponía en peligro los beneficios en las otras. Y el consumidor no podía elegir el producto más barato, sino sólo el más barato dentro de su zona.
Las distribuidoras no pudieron hacerlo solas, y contaron con la colaboración de los fabricantes de productos de electrónica de consumo. Los reproductores actuales son los encargados reales de comparar los códigos de región del consumidor y del producto, y reproducirla sólo si coinciden. Es decir, que un electrodoméstico que he comprado legalmente, y una película que he comprado legalmente, se pueden negar a funcionar porque los he adquirido donde los distribuidores no quiere que yo compre. A los fabricantes de aparatos que no querían seguir las reglas, aquellos que querían reproducir los productos de varias zonas, tecnológicamente trivial, los forzaron a aceptar o quedarse al margen.
Un detalle que lo evidencia. Aprendiendo de los errores de la música, el cine decidió que los soportes fueran cifrados y que el método sólo fuera conocido y utilizado por las empresas que decidieran seguir sus reglas de juego. El método de cifrado no resistió mucho. Se consiguió esquivar con un par de operaciones y así llegar a utilizar el ordenador para reproducir los contenidos sin las limitaciones de los códigos regionales. Pero quien lo hizo fue perseguido hasta hace bien poco, que se determinó que no habia cometido delito alguno.
Tercer y último ejemplo. Las protecciones anticopia de los discos de música.
Otra vez cerca de la frontera lo ilegal, y por supuesto, moralmente reprobable. Si la Ley me da permiso para hacer copia privada de las obras que yo quiera, ¿porqué me lo prohibe después la industria musical incluyendo protecciones que me impiden ejercer ese derecho? Y eso sin tener en cuenta que se están cobrando el canon de mi soporte en concepto de pérdidas económicas por copia privada, y sin contar tampoco que ahora quieren ilegalizar las herramientas que puedan saltarse esas protecciones... no las que lo hagan, sino las que tengan el potencial para poder hacerlo. Y prohibir la difusión de información que facilite saltarlas. ¿De verdad es legal? Igual es que no se protesta lo suficiente.
Ya sabes que las leyes deben ser interpretadas según la realidad del momento histórico en que vive la sociedad, de manera que los comportamientos mayoritariamente aceptados como normales automáticamente son legales. Igual es que se admiten las protecciones anticopia como legales porque nos hemos acostumbrado a ellas, porque no protestamos para que nos las quiten, porque creemos que son justas. Pero es que si no hacemos algo ya van a quedarse ahí definitivamente adquiriendo el estatus de legales. Y a propósito, esa es la razón por la que diariamente nos machacan con mensajes de que el P2P es malvado, a un paso del terrorismo, de que hay que pagar por la música y el cine, de que hacer copias privadas es lo mismo que robar, y similares. Es porque si llegan a creérselo un número suficiente de personas, se convierten en ciertas. Pero cuidado, pequeños, que a eso podemos jugar todos, y si conseguimos convencer a un número suficiente de personas de que deben reclamar sus derechos como consumidores las discográficas lo pueden pasar muy mal.
Conclusión.
Ya ves, todo este rollo para animarte a descargar todo lo que quieras de las redes entre pares. Es legal, es justo, y no tiene que ocasionarte problemas de conciencia porque es tan ético como el mundo en que vivimos. Pero antes de que te emociones demasiado, te aviso de que la mayor parte de lo que vas a encontrar en ellas no merece la pena. Estamos inmersos en el equivalente cultural a un basurero. Es lo que pasa cuando la cultura se trata como negocio y se vende por volumen, que se pierde la perspectiva.
En realidad no sé si este ejemplo es correcto, porque se acerca peligrosamente a lo ilegal. Conspiración para repartirse el mercado y dominar el mundo o algo parecido.
¿Qué pensarías si un país sólo te permitiera caminar por sus calles si llevas calzado nacional? ¿Te imaginas tener que cambiar de zapatos en la frontera, abandonar los viejos, buenos y cómodos, para calzar unos autorizados en esta zona, que tienes que comprar a dos veces el precio al que estás acostumbrado y encima te quedan pequeños? Pero no protestes, que lo hacen para proteger a la industria nacional del calzado de la amenaza de los zapatos extranjeros, más baratos no se sabe cómo. Ahora que el mundo es cada vez más pequeño y puedes comprar desde el ordenador en cualquier parte del globo, o tal vez a causa de ello, la industria regional tiene que protegerse artificalmente para seguir siendo competitiva. Sabes que si lo hiciera un país nos parecería ridículo, pero si fuera la práctica habitual ni nos llamaría la atención.
Y eso es lo que pasa hoy en la industria del cine. Las grandes distribuidoras americanas, que en la práctica son quienes deciden qué podemos ver y cuándo, partieron el mercado en seis grandes zonas para que poder distribuir básicamente la misma película, pero conteniendo los efectos de la ley básica de la oferta y la demanda al interior de cada una de ellas. Así, si una zona resultaba muy barata, por falta de demanda, por ejemplo, no ponía en peligro los beneficios en las otras. Y el consumidor no podía elegir el producto más barato, sino sólo el más barato dentro de su zona.
Las distribuidoras no pudieron hacerlo solas, y contaron con la colaboración de los fabricantes de productos de electrónica de consumo. Los reproductores actuales son los encargados reales de comparar los códigos de región del consumidor y del producto, y reproducirla sólo si coinciden. Es decir, que un electrodoméstico que he comprado legalmente, y una película que he comprado legalmente, se pueden negar a funcionar porque los he adquirido donde los distribuidores no quiere que yo compre. A los fabricantes de aparatos que no querían seguir las reglas, aquellos que querían reproducir los productos de varias zonas, tecnológicamente trivial, los forzaron a aceptar o quedarse al margen.
Un detalle que lo evidencia. Aprendiendo de los errores de la música, el cine decidió que los soportes fueran cifrados y que el método sólo fuera conocido y utilizado por las empresas que decidieran seguir sus reglas de juego. El método de cifrado no resistió mucho. Se consiguió esquivar con un par de operaciones y así llegar a utilizar el ordenador para reproducir los contenidos sin las limitaciones de los códigos regionales. Pero quien lo hizo fue perseguido hasta hace bien poco, que se determinó que no habia cometido delito alguno.
Tercer y último ejemplo. Las protecciones anticopia de los discos de música.
Otra vez cerca de la frontera lo ilegal, y por supuesto, moralmente reprobable. Si la Ley me da permiso para hacer copia privada de las obras que yo quiera, ¿porqué me lo prohibe después la industria musical incluyendo protecciones que me impiden ejercer ese derecho? Y eso sin tener en cuenta que se están cobrando el canon de mi soporte en concepto de pérdidas económicas por copia privada, y sin contar tampoco que ahora quieren ilegalizar las herramientas que puedan saltarse esas protecciones... no las que lo hagan, sino las que tengan el potencial para poder hacerlo. Y prohibir la difusión de información que facilite saltarlas. ¿De verdad es legal? Igual es que no se protesta lo suficiente.
Ya sabes que las leyes deben ser interpretadas según la realidad del momento histórico en que vive la sociedad, de manera que los comportamientos mayoritariamente aceptados como normales automáticamente son legales. Igual es que se admiten las protecciones anticopia como legales porque nos hemos acostumbrado a ellas, porque no protestamos para que nos las quiten, porque creemos que son justas. Pero es que si no hacemos algo ya van a quedarse ahí definitivamente adquiriendo el estatus de legales. Y a propósito, esa es la razón por la que diariamente nos machacan con mensajes de que el P2P es malvado, a un paso del terrorismo, de que hay que pagar por la música y el cine, de que hacer copias privadas es lo mismo que robar, y similares. Es porque si llegan a creérselo un número suficiente de personas, se convierten en ciertas. Pero cuidado, pequeños, que a eso podemos jugar todos, y si conseguimos convencer a un número suficiente de personas de que deben reclamar sus derechos como consumidores las discográficas lo pueden pasar muy mal.
Conclusión.
Ya ves, todo este rollo para animarte a descargar todo lo que quieras de las redes entre pares. Es legal, es justo, y no tiene que ocasionarte problemas de conciencia porque es tan ético como el mundo en que vivimos. Pero antes de que te emociones demasiado, te aviso de que la mayor parte de lo que vas a encontrar en ellas no merece la pena. Estamos inmersos en el equivalente cultural a un basurero. Es lo que pasa cuando la cultura se trata como negocio y se vende por volumen, que se pierde la perspectiva.
1 Comments:
Sacado de Digital rights management: When a standard isn't.
"It is obvious why people selling movies might like to restrict access to those movies so they can control sales, engage in marketing campaigns, and do all the other things vendors love to do. What is not obvious is why the seller of a DVD player would want to provide for such limitations. Actually, the answer is simple -- there is licensing for the technology; a player that won't enforce these restrictions can't get licensed."
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