miércoles, marzo 01, 2006

Apatía contagiosa

Me he estado replanteando el sentido de la vida, el sexo de los ángeles y la pervivencia de este blog, sin terminar de sacar nada en claro. De momento sigo con él porque aún tengo que decir un par de cosas antes de cerrar, pero ya como sin ganas. Perdonad si hay más períodos de silencio. O silencio definitivo.

Esta vez mi crisis de fe es debida a un grupito de chavales de instituto que encontré divirtiéndose la otra noche haciendo estallar petardos dentro de contenedores de reciclaje de vidrio, supongo que porque hacen más ruido. ¿Destrozan mobiliario urbano útil sólo para divertirse unos segundos sin importar molestar a los vecinos? No veo cómo a un chaval eso le puede resultar divertido, pero cuando están en grupo las mayores burradas se vuelven graciosas. Es como un efecto cuántico: a nivel microscópico (individuo) funcionan una leyes, y otras a nivel macroscópico (grupo). Eso me afecta personalmente, porque quiere decir que no vale el educar a unos pocos y que éstos propaguen el virus del sentido común al resto, sino que parece más probable que haya que hacer un cambio de forma instantánea en la mentalidad global para lograr algo. En otro momento desarrollaré un poco todas las ideas tontas que se me han ocurrido por si alguna le sirve a alguien, pero de momento quería decir que estoy desencantado y que no me apetece hacer nada.