Todos llevamos dentro un pequeño mirón
En poco tiempo he visto coincidir un par de noticias sobre experimentos/descubrimientos en el proceso de aprendizaje que encuentro interesantes (si los encuentro, los enlaces irán en los comentarios). En el primero comparaban la habilidad de chimpancés y la de niños de hasta cuatro años. Para ello creo que les proporcionaban unas cajas con multitud de palancas, y les enseñaban una serie de movimientos que actuaban como combinación para que se abriera y pudieran acceder a su interior (no recuerdo qué contenían). Una vez aprendían a abrirla, se las sustituían por cajas similares de paredes transparentes de manera que se podían ver que algunos movimientos que habían aprendido no hacían nada en el resultado final. Los chimpancés empezaban abriendo las cajas tal como habían aprendido, pero al ver cómo actuaban poco a poco iban eliminando aquellos movimientos superfluos del proceso. Los niños, sin embargo, repetían los mismos movimientos una y otra vez. Esto lo han relacionado con la idea de que el hombre, como constructor de herramientas, tiene que aprender a usarlas antes de entender cómo funcionan.
Sólo con eso ya se pueden sacar algunas ideas: los seres humanos aprenden por imitación. Caballero, no cruce con el semáforo en rojo aunque le dé tiempo de sobra porque los niños lo están observando. Señora, póngase los guantes higiénicos antes de tocar la fruta en el supermercado que no está sola en el mundo. Señor, señora, no se arroja nada al suelo desde que existen las papeleras, no se discute a voz en grito en medio de la calle por muy enfadados que estén, uno no se cuela en una fila, no se habla mal de alguien cuando está ausente y se le sonríe cuando está presente... ¿No se dan cuenta de que dan mal ejemplo a sus hijos, y lo que es peor, a los míos? Si viven en comunidad, hagan el favor de responsabilizarse de sus actos.
El segundo experimento venía a decir que las personas más inteligentes tienden a filtrar la información que reciben más y mejor que el resto de los mortales. Es decir, que inconscientemente son capaces de decidir inmediatamente qué es importante y qué no de todo lo que tienen delante, para centrarse conscientemente en lo primero. Y ese proceso selectivo mejora su capacidad de atención. Perdonen, pero esto no es nuevo. Hace ya mucho que se sabe que los ajedrecistas profesionales son capaces de memorizar un tablero en un sólo vistazo si y sólo si es resultado intermedio en una partida, mientras que tardan lo mismo que los demás si las piezas se colocan al azar porque son capaces de reconocer la estrategia posicional y memorizarla en lugar de tener que recordar las piezas individuales. Probablemente sea también reforzado por la experiencia, ya sea real o simulada, en plan acción-resultado-realimentación: que el descarte de información fue adecuado, pues la próxima vez se repetirá con mayor seguridad; que fue incorrecto, pues ya se probarán variaciones. Es decir, que la información que nos asalta es filtrada en lugar de ser memorizada. Eso es necesario para ir evaluando sobre la marcha cada acto de forma independiente y al mismo tiempo en relación con los demás. Somos expertos inconscientes en ello. Junto al mirón, todos llevamos dentro un pequeño Google.
Un tercer experimento con ratas indicaba que los mismos caminos neuronales se activan cuando se resuelve un laberinto, y también cuando sólo se recuerda el laberinto (al recordar se desactiva la conexión con la musculatura); que cuando se ha terminado el laberinto, la rata recorre en sentido inverso ese mismo camino neuronal para podar todas aquellas decisiones que no han aportado nada a la resolución, y quedarse sólo con el esquema. Un cuarto experimento con monos parece indicar que las neuronas espejo están directamente involucradas en el proceso de aprendizaje: que si un mono veía a alguien tomar un helado, se activaban los mismo caminos neuronales en el sujeto que realizaba la acción y en el mono que la observaba. ¿Y ese otro que mostraba una remisión del dolor en las personas con graves quemaduras cuando se miraban en un espejo trucado de manera que se veían de cuerpo entero normal y sin marcas? Y se me olvida algún otro que tenía preparado...
Éstas últimas no tienen aplicación práctica directa en la educación cívica, pero me parecía interesante comentarlas porque refuerzan la idea de que somos máquinas biológicamente diseñadas para aprender por observación, que hay neuronas con la única función de fijarse en lo que hacen los demás y simularlo en el propio organismo (algo así como intentar conectar empáticamente con lo que hacen otros, intentar sentir lo que otros cuando hacen lo que hacen), pero de manera que sea una experiencia provechosa para nosotros, que las experiencias de segunda mano son aprovechables si las vemos, en vez de si nos las cuentan.
Sólo con eso ya se pueden sacar algunas ideas: los seres humanos aprenden por imitación. Caballero, no cruce con el semáforo en rojo aunque le dé tiempo de sobra porque los niños lo están observando. Señora, póngase los guantes higiénicos antes de tocar la fruta en el supermercado que no está sola en el mundo. Señor, señora, no se arroja nada al suelo desde que existen las papeleras, no se discute a voz en grito en medio de la calle por muy enfadados que estén, uno no se cuela en una fila, no se habla mal de alguien cuando está ausente y se le sonríe cuando está presente... ¿No se dan cuenta de que dan mal ejemplo a sus hijos, y lo que es peor, a los míos? Si viven en comunidad, hagan el favor de responsabilizarse de sus actos.
El segundo experimento venía a decir que las personas más inteligentes tienden a filtrar la información que reciben más y mejor que el resto de los mortales. Es decir, que inconscientemente son capaces de decidir inmediatamente qué es importante y qué no de todo lo que tienen delante, para centrarse conscientemente en lo primero. Y ese proceso selectivo mejora su capacidad de atención. Perdonen, pero esto no es nuevo. Hace ya mucho que se sabe que los ajedrecistas profesionales son capaces de memorizar un tablero en un sólo vistazo si y sólo si es resultado intermedio en una partida, mientras que tardan lo mismo que los demás si las piezas se colocan al azar porque son capaces de reconocer la estrategia posicional y memorizarla en lugar de tener que recordar las piezas individuales. Probablemente sea también reforzado por la experiencia, ya sea real o simulada, en plan acción-resultado-realimentación: que el descarte de información fue adecuado, pues la próxima vez se repetirá con mayor seguridad; que fue incorrecto, pues ya se probarán variaciones. Es decir, que la información que nos asalta es filtrada en lugar de ser memorizada. Eso es necesario para ir evaluando sobre la marcha cada acto de forma independiente y al mismo tiempo en relación con los demás. Somos expertos inconscientes en ello. Junto al mirón, todos llevamos dentro un pequeño Google.
Un tercer experimento con ratas indicaba que los mismos caminos neuronales se activan cuando se resuelve un laberinto, y también cuando sólo se recuerda el laberinto (al recordar se desactiva la conexión con la musculatura); que cuando se ha terminado el laberinto, la rata recorre en sentido inverso ese mismo camino neuronal para podar todas aquellas decisiones que no han aportado nada a la resolución, y quedarse sólo con el esquema. Un cuarto experimento con monos parece indicar que las neuronas espejo están directamente involucradas en el proceso de aprendizaje: que si un mono veía a alguien tomar un helado, se activaban los mismo caminos neuronales en el sujeto que realizaba la acción y en el mono que la observaba. ¿Y ese otro que mostraba una remisión del dolor en las personas con graves quemaduras cuando se miraban en un espejo trucado de manera que se veían de cuerpo entero normal y sin marcas? Y se me olvida algún otro que tenía preparado...
Éstas últimas no tienen aplicación práctica directa en la educación cívica, pero me parecía interesante comentarlas porque refuerzan la idea de que somos máquinas biológicamente diseñadas para aprender por observación, que hay neuronas con la única función de fijarse en lo que hacen los demás y simularlo en el propio organismo (algo así como intentar conectar empáticamente con lo que hacen otros, intentar sentir lo que otros cuando hacen lo que hacen), pero de manera que sea una experiencia provechosa para nosotros, que las experiencias de segunda mano son aprovechables si las vemos, en vez de si nos las cuentan.
1 Comments:
(El blog está cerrado, pero si lo considero interesante voy completar alguna entrada desde los comentarios)
Una entrada de Mala Ciencia sobre cómo el lenguaje afecta a la capacidad de "procesar" la información externa... en realidad, de recordarla para reutilizarla. ¿Utilidad para esta entrada? Ninguna, pero es divertido.
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