Seis manera de definirme
Según el test último de usabilidad, a los lectores les interesa poder asignar una cara a los blogs que leen, Jakob Nielsen dixit. Pues lo siento. No me he presentado formalmente todavía, pero no lo hago porque no sé cómo definirme. No creo que mi nombre, ni mi foto, tengan algo que decir de mí. Soy lo que crees que soy. Lo que ves.
Soy una vaca en Internet, una cualquiera, así que la información de contacto del blog es más que suficiente. Dentro de un tiempo, cuando se me pase la novedad de escribir a un público anónimo, cuando desaparezca esa paranoia de novato, cuando me haya asentado en un estilo de escritura concreto, cuando haya encontrado un fin, o cuando mi ego lo necesite, tendré que hacerlo para no pecar de cobardía. Pero de momento dejadme escribir así, que estoy más cómodo. Pooor faaaavooor.
Para el problema de definirme hoy día, se me ocurren las siguientes posibilidades, y yo estaré en la intersección de todas ellas.
Definirme por lo que ve la gente en el mundo real. Hombre, miope, rubio, metro ochenta y cinco, y ciento diez kilos de peso. Límites normales en los resultados de la última espirometría, control de visión, audiometría y electrocardiograma. Sobrepeso, una pequeña dislipemia (dichosos triglicéridos) y altos niveles de transaminasa ALT. Hematología correcta (hemograma y fórmula leucocitaria), orina correcta y bioquímica controlada. Alérgico al polen de gramíneas, plantago y platanus. Sin gusto para vestir. Callado. Introvertido.
Definirme por aquello en lo que, en teoría, estoy capacitado. Licenciatura en físicas por la USC, especialidad de electrónica y también especialidad de optoelectrónica, con tesina, e intentando sacar ahora una tesis. Doctorado. CAP. Ingeniería informática por la UNED (aún no, faltan cuatro asignaturas que caen este año). Mileurista. Trabajando con contrato en la universidad en proyectos de computación Grid, de herramientas GIS y de lo que salga. Cinco idiomas. Castellano, gallego, inglés, francés y alemán, aunque este último lo olvido a pasos agigantados. Programador autodidacta. C, C++, Java, PHP, Perl, Modula-2, Lisp, Prolog, dialectos del BASIC y ensamblador. Usuario GNU/Linux. SuSE, Ubuntu y Debian. Miembro de Hispalinux y de un LUG de reciente creación. Lector compulsivo de ciencia ficción, de blogs tecnológicos y de programación. Coeficiente de 125 según un test oficioso de Mensa. Consumidor sin éxito de todo tipo de talleres de escritura.
Definirme por lo que la gente en el mundo real piensa de mí, cuando me tratan. Un hijo poco problemático, aunque con sus rarezas. Un hermano normal. El mejor de los nietos posibles (¡esas abuelas!). Un alumno aplicado. Un alumno inteligente. Un alumno mediocre. No sé, no destaca. Hay para todos los gustos. Un inquilino ejemplar, ni una sóla queja en todo este año. Un compañero de trabajo tranquilo. Un maldito friki. Un subordinado estándar, a veces eficiente, a veces imposible. Me mira raro.
Definirme por lo que la gente en el mundo real piensa de mí, cuando no me consideran individuo sino número. Un documento nacional de identidad para el estado. Un expediente en la universidad. Otro expediente en la seguridad social. Una cuenta en el banco. Un número de teléfono. Uno más en el Linux Counter. Alguien que rebuzna en las manifestaciones. Un descerebrado al que se puede influenciar en temas de los que no sabe. Un borrego más. Un miserable que le roba a los demás el pan de cada día, y un terrorista. Un pendejo electrónico. Un creador de obras culturales.
Definirme por aquello que yo quiero para mí mismo y para mi entorno próximo. Quiero lo mejor para tí, siempre, de la mejor forma posible, la que te haga más feliz y más libre, porque eso automáticamente me hace feliz a mí. No disfruto si lo hago sólo, si no comparto. Eso me convierte en ¿un idealista? Un gilipollas por lo menos.
Definirme por lo que la gente en el mundo electrónico piensa de mí, la idea que se forman cuando me escuchan... Ya, claro. Pero es que no me escucha nadie.
Nadie me deja comentarios. Probablemente es debido a partes iguales a que éste es un espacio de reciente creación, y al contenido, a que escribo de temas sin interés para la mayoría, de una forma criticona y con insultos velados o no. Bueno, pues dime por lo menos que no te gusta lo que hago, que sobro, que sólo añado ruido de fondo a la blogosfera, pero lo que quiero saber es que hay alguien ahí fuera además del google bot. Sé que es difícil de leer cualquiera de mis anotaciones, que son absurdamente largas y que no aportan ideas originales, que la mayoría de las veces pueden parecer irrelevantes para la discusión del momento. Pues dímelo. Y yo me comprometo a empezar también a responder. Porque no quiero estar aquí sólo. A pesar de que todo esto empezó como un ejercicio de catarsis, y lo sigue siendo, se agradece que de vez en cuando alguien te ponga la mano en el hombro para decirte “entiendo cómo te sientes” y lo diga en serio.
Escribe, postea, anota, comenta, o enlaza. Participa, en definitiva, porque ésta es una de tus voces en Internet.
Soy una vaca en Internet, una cualquiera, así que la información de contacto del blog es más que suficiente. Dentro de un tiempo, cuando se me pase la novedad de escribir a un público anónimo, cuando desaparezca esa paranoia de novato, cuando me haya asentado en un estilo de escritura concreto, cuando haya encontrado un fin, o cuando mi ego lo necesite, tendré que hacerlo para no pecar de cobardía. Pero de momento dejadme escribir así, que estoy más cómodo. Pooor faaaavooor.
Para el problema de definirme hoy día, se me ocurren las siguientes posibilidades, y yo estaré en la intersección de todas ellas.
Definirme por lo que ve la gente en el mundo real. Hombre, miope, rubio, metro ochenta y cinco, y ciento diez kilos de peso. Límites normales en los resultados de la última espirometría, control de visión, audiometría y electrocardiograma. Sobrepeso, una pequeña dislipemia (dichosos triglicéridos) y altos niveles de transaminasa ALT. Hematología correcta (hemograma y fórmula leucocitaria), orina correcta y bioquímica controlada. Alérgico al polen de gramíneas, plantago y platanus. Sin gusto para vestir. Callado. Introvertido.
Definirme por aquello en lo que, en teoría, estoy capacitado. Licenciatura en físicas por la USC, especialidad de electrónica y también especialidad de optoelectrónica, con tesina, e intentando sacar ahora una tesis. Doctorado. CAP. Ingeniería informática por la UNED (aún no, faltan cuatro asignaturas que caen este año). Mileurista. Trabajando con contrato en la universidad en proyectos de computación Grid, de herramientas GIS y de lo que salga. Cinco idiomas. Castellano, gallego, inglés, francés y alemán, aunque este último lo olvido a pasos agigantados. Programador autodidacta. C, C++, Java, PHP, Perl, Modula-2, Lisp, Prolog, dialectos del BASIC y ensamblador. Usuario GNU/Linux. SuSE, Ubuntu y Debian. Miembro de Hispalinux y de un LUG de reciente creación. Lector compulsivo de ciencia ficción, de blogs tecnológicos y de programación. Coeficiente de 125 según un test oficioso de Mensa. Consumidor sin éxito de todo tipo de talleres de escritura.
Definirme por lo que la gente en el mundo real piensa de mí, cuando me tratan. Un hijo poco problemático, aunque con sus rarezas. Un hermano normal. El mejor de los nietos posibles (¡esas abuelas!). Un alumno aplicado. Un alumno inteligente. Un alumno mediocre. No sé, no destaca. Hay para todos los gustos. Un inquilino ejemplar, ni una sóla queja en todo este año. Un compañero de trabajo tranquilo. Un maldito friki. Un subordinado estándar, a veces eficiente, a veces imposible. Me mira raro.
Definirme por lo que la gente en el mundo real piensa de mí, cuando no me consideran individuo sino número. Un documento nacional de identidad para el estado. Un expediente en la universidad. Otro expediente en la seguridad social. Una cuenta en el banco. Un número de teléfono. Uno más en el Linux Counter. Alguien que rebuzna en las manifestaciones. Un descerebrado al que se puede influenciar en temas de los que no sabe. Un borrego más. Un miserable que le roba a los demás el pan de cada día, y un terrorista. Un pendejo electrónico. Un creador de obras culturales.
Definirme por aquello que yo quiero para mí mismo y para mi entorno próximo. Quiero lo mejor para tí, siempre, de la mejor forma posible, la que te haga más feliz y más libre, porque eso automáticamente me hace feliz a mí. No disfruto si lo hago sólo, si no comparto. Eso me convierte en ¿un idealista? Un gilipollas por lo menos.
Definirme por lo que la gente en el mundo electrónico piensa de mí, la idea que se forman cuando me escuchan... Ya, claro. Pero es que no me escucha nadie.
Nadie me deja comentarios. Probablemente es debido a partes iguales a que éste es un espacio de reciente creación, y al contenido, a que escribo de temas sin interés para la mayoría, de una forma criticona y con insultos velados o no. Bueno, pues dime por lo menos que no te gusta lo que hago, que sobro, que sólo añado ruido de fondo a la blogosfera, pero lo que quiero saber es que hay alguien ahí fuera además del google bot. Sé que es difícil de leer cualquiera de mis anotaciones, que son absurdamente largas y que no aportan ideas originales, que la mayoría de las veces pueden parecer irrelevantes para la discusión del momento. Pues dímelo. Y yo me comprometo a empezar también a responder. Porque no quiero estar aquí sólo. A pesar de que todo esto empezó como un ejercicio de catarsis, y lo sigue siendo, se agradece que de vez en cuando alguien te ponga la mano en el hombro para decirte “entiendo cómo te sientes” y lo diga en serio.
Escribe, postea, anota, comenta, o enlaza. Participa, en definitiva, porque ésta es una de tus voces en Internet.
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