lunes, noviembre 07, 2005

Nuestra legislación: nosotros podemos hacerlo mejor

Basado en el ejemplo del software libre, donde una colectividad es capaz de coordinarse casi espontáneamente para llevar a cabo una tarea compleja, cuyo único vínculo es tener un interés común en que se realice de la mejor forma posible, han aparecido comunidades de usuarios con intereses en el proceso político. A fin de cuentas, con la tecnología de la que disponemos en la actualidad, la democracia participativa de verdad está a sólo un paso de distancia. Internet posibilita que los ciudadanos sepan qué está pasando, facilita saber porqué (con información de fuentes oficiales y muchas más extraoficiales), proporciona un foro de debate sobre las alternativas, y una vía para expresar su opinión, su decisión y su voto.

Ya hubo intentos de voto por Internet en algunas elecciones ¿municipales o autonómicas? no recuerdo, y referendums más o menos serios... pero sólo como demostración, y creo que la conclusión fue "el voto por Internet es posible". Y punto final. Pero eso es sólo un extremo de la cadena. Utilizar el medio de comunicación más avanzado, versátil y personalizable sólo para poder decir o no es un desperdicio, aunque también un primer paso prometedor. Lo más interesante está justo en el extremo contrario, en el de proponer los temas sobre los que discutir, en el de actuar sobre las leyes, en el punto donde se pueden generar los cambios que la sociedad necesita para salir de su estancamiento y evolucionar.

No es que la clase política haya fracasado en su misión de simplificar el gobierno en democracia, sino que ha crecido demasiado y ahora dedica más tiempo a su propia supervivencia que a cumplir con sus obligaciones originales... Es el problema de tener intermediarios. Hay que buscar un equilibrio entre sus atribuciones y su retribución, es decir, tienen que ser útiles sin llegar a ser imprescindibles (ese mismo problema aparece también en el negocio de la música, donde los intermediarios hoy día vemos que tienen la capacidad de promover leyes para protegerse, y aumentar sus beneficios y reducir sus riesgos).

La política debe reciclarse, simplificarse para que todos puedan participar, eliminar pasos intermedios desde que se tiene primero la idea hasta que se pueden observar sus resultados. Si una decisión tiene consecuencias dentro de la propia ciudad, por ejemplo, horarios de cierre de locales, es lógico que se tome en ella por la gente que se va a ver afectada. Si tiene mayor alcance, por ejemplo, la revisión de los acuerdos entre el Estado y la Iglesia Católica sobre las ayudas a su autofinanciación, es normal que participe mucha más gente y mi opinión sea irrelevante en la práctica. Pero si es así de lógico, ¿porqué hoy día tengo la misma capacidad de decisión sobre un proceso y otro? ¿Porqué lo único que puedo decir es, una vez cada cuatro años, "éste" o "aquel" de la media docena de candidatos que me presentas lo han hecho mejor, cuando sé que además en las decisiones importantes van a seguir las directrices de su partido en vez de sus propias convicciones? ¿De verdad estoy participando en el gobierno democrático? Puede que en teoría sí cuente como participación, pero no es ésa la impresión que me da. No estoy demasiado satisfecho. Y no soy el único. Que la política corrompe a la gente que la practica es una de las ideas subconscientes de la sociedad actual (en realidad la mayoría de la gente contesta que es el poder lo que corrompe, pero luego hacen la asociación políticos igual a poder).

Para participar como ciudadanos se puede empezar a baja escala, con plataformas civiles que informen de la actuación del ayuntamiento y lo presionen en los momentos más interesantes. Se puede participar también desde agrupaciones que promuevan la educación civil. O insistir en publicar las cuentas de gastos de las administraciones públicas para reforzar el control por parte de cualquier ciudadano de a pie, incluso utilizarlos como casos prácticos en las facultades de economía. O promover reformas desde un blog.

En mi caso, humilde como soy, simplemente propongo un experimento con la misma validez que el del voto electrónico. Podemos intentar redactar la legislación que más nos afecta, sólo por ver si llegamos a soluciones distintas de las actuales, igualmente válidas la mayor parte de las veces, tal vez más adecuadas en ocasiones, o realmente espantosas alguna vez. Sólo por probar, ya sabéis. Pero entre todos, con los más enterados corrigiendo a los otros, ayudando a entender el proceso, todos proponiendo, puliendo y recortando, es posible que el resultado sea interesante. Y ahora mismo, la que se me ocurre es la redacción de la Ley de la Propiedad Intelectual. Ya que todos los días nos topamos contra ella y nos limita en nuestra actividad profesional o nuestro ocio... ¿Qué pasa? debemos pensar desapasionadamente en alternativas. En una próxima anotación empezaré a dar ideas.