lunes, enero 30, 2006

Más sobre contenidos en abierto

Un detalle. En una entrada anterior venía a decir algo así como que me gustaría que la emisión en abierto convirtiera automáticamente los contenidos a dominio público, y no creo que me haya explicado correctamente. En realidad, sólo lo he comentado de pasada porque, en el mundo real soy incapaz de convencer a nadie de esto. Pero voy a intentarlo una vez más. En resumen, una empresa no debe poder utilizar recursos públicos para su propio beneficio sin ceder algo al público en el proceso. Y hablando de la televisión pública, ese algo debe ser la "propiedad" de la emisión.

Ejemplo uno. Volvamos al principio. Consideremos una empresa que se dedica a algún tipo de actividad, digamos que fabrica coches, y que una vez preparados necesita moverlos entre la fábrica y los puntos de venta. Así que los sube a un tráiler de 16 ejes y los transporta por una combinación de carreteras estatales, autovías y autopistas. ¿Existe algún inconveniente para que utilice un recurso público (la carretera) en aumentar el valor de su producto (la disponibilidad en puntos de venta remotos)? Creo que no. Pero tal empresa tampoco tiene privilegios respecto a los conductores habituales que cogen el coche a diario para acercarse al trabajo; tiene que respetar las reglas de tráfico, detenerse en los semáforos, ceder el paso cuando no tenga preferencia, no superar los límites de velocidad... Es decir, hace un uso legítimo del recurso público.

Supongamos ahora que acaba de terminar un modelo experimental de coche y que quiere probarlo en condiciones normales de conducción para tomar medidas de rendimiento. Naturalmente al mismo tiempo no quiere que sus competidores tengan ninguna posibilidad de evaluarlo. Así que solicita a la Diputación de Lugo que les reserve para ellos solos la mitad norte de las carreteras de la provincia durante 24 horas, que pagan lo que sea, pero que al mismo tiempo ponga a la policía local a vigilar esas carreteras para que ninguna persona pueda acercarse para tomar fotos, vídeos o apuntes de ese coche especial. ¿Puede la Diputación de Lugo, la Xunta de Galicia, el Ministerio de Industria o quien sea dar esa orden? ¡Oh! ¡No! Es impensable reservar un recurso público, y además querer utilizar las fuerzas de orden público para ello, en beneficio de una sola empresa mientras se molesta al resto del público que lo utiliza habitualmente por mucho que paguen. Otra cosa es si se dirigen a una empresa privada, por ejemplo los gestores de una autopista, y llegan a un acuerdo. Con los recursos privados que hagan lo que quieran.

Pero ¡espera! puedes estar pensando "Las autopistas sí que existen y se basan en que empresas privadas utilizan propiedades de la Administración pública incluso con expropiación forzosa de particulares para beneficio personal". Ya, pero es un caso extremo, donde la Administración llega a un acuerdo con una empresa para cubrir una necesidad (crear vías de comunicación) que no puede llevar a cabo en solitario, le cede terrenos y el derecho de explotación durante unos años, pero con la condición de que al final la propiedad de la autopista pasa a ser pública y se convierte en autovía para beneficio de todos. Es decir, se admite la explotación comercial pero si al final el beneficiado directo es el público.

Ejemplo dos. Soy un asesor financiero y me reúno con mis clientes en un parque, al aire libre, porque no tengo despacho propio. Allí les doy evaluaciones del mercado, informo de nuevos productos interesantes y construyo para ellos carteras de valores a medio plazo. Un día, discutiendo con un cliente sobre su expediente financiero de forma confidencial se me escapan unos datos que son oídos por un paseante del parque, que lo conoce y le tiene manía, y los utiliza para demandarlo por fraude fiscal. ¿Quién es el culpable? ¿Yo, el defraudador o el vecino chivato? Por si acaso, a partir de ese momento exijo a la policía local que me asigne a un agente para mantener alejados a los indeseables cuando estoy reunido con mis clientes en el parque, que para eso pago mis impuestos y el derecho a la intimidad se recoge en algún sitio de la Constitución. ¿Puede hacerlo la policía? ¡Oh! ¡No! El parque es de todos por igual. Si hago negocios allí tengo que aguantarme. Pero si me voy a una cafetería puedo pedirle al dueño para que me reserve una zona privada y que mantenga al resto de la gente apartada. Otra vez es una diferencia entre recursos públicos y privados.

Ejemplo tres. Como estoy en paro me dedico a leer periódicos en la biblioteca pública, y me doy cuenta de que cada vez hay más teléfonos en la sección de contactos. Se me ocurre una idea. Me dedico a recopilar los números de teléfono durante meses, actualizándolos cada vez que aparece uno nuevo, o dándolos de baja si uno desaparece por más de cuatro semanas, y pongo el listado disponible en Internet. Y mi página empieza a recibir visitas. Así que básicamente lo que estoy haciendo es añadir valor respecto a los periódicos. No sólo tengo la misma información que ellos, sino que tengo la de todos ellos, puede buscarse cómodamente en ella, puede cruzarse para ver qué anuncios usan los mismo teléfonos y descubrir profesionales del negocio, puede hacerse una estadística de qué es lo que piden los clientes según los atributos que más se ofrecen. Y al principio los periódicos no se molestan y los anunciantes encantados. Pero de repente empiezan a notar una disminución en la demanda de esos anuncios, porque se están anunciando gratis en Internet y ya no necesitan invertir tanto en publicidad. Y me empiezan a amenazar con demandas por utilizar su "propiedad intelectual" sin permiso. Pero es que se me ocurre otra idea genial más. Empiezo a preparar esos listados para programarlos automáticamente en las centralitas telefónicas de empresas, o en los teléfonos particulares, de manera que las empresas puedan impedir que sus empleados llamen a esos teléfonos desde la oficina y que los padres puedan hacer lo mismo en casa con las llamadas de sus hijos. Y ahora son los anunciados los que ven una disminución de ganancias (porque ya no se pueden hacer en horas de oficina) y los que empiezan a molestarse con mi página. ¿Pueden demandarme? Los datos están disponibles para todo el mundo que compre el periódico. ¿Qué tiene de malo en que yo los reúna? Además de que se me ha ocurrido a mí primero, claro, y que me he llevado el gato al agua. Es información pública. Si quieren comunicar con sus clientes en privado, que no utilicen un canal en abierto. Que llamen por teléfono a cada casa ofreciéndose, que publiquen los anuncios en revistas especializadas, que los distribuyan en sex shops... es decir, en canales especiales.


Entonces, en el caso original, donde me dedico a grabar televisión, quitar los anuncios y ponerla a disposición de quien la quiera en Internet, identifico las emisiones en abierto sobre el espectro radioeléctrico como el recurso público, las cadenas que las emiten como aquellos que quieren excederse en su interpretación de sus derechos pretendiendo utilizar el recurso en exclusiva y que además se les proteja aplicando a lo salvaje la Ley, y los abonados como los que se benefician de que lo emitido por canales públicos sea transformado en algo de mayor valor. ¿Que una cadena quiere proteger su emisión? Que emita codificado, que se necesite un decodificador para acceder a ella. Que se le exija a la cadena que realice un esfuerzo consciente para protegerla. Que no puedan invocar la Ley para proteger un vaso de agua en el mar si no aportan ellos mismos la botella. Naturalmente eso le exige a la cadena un enorme esfuerzo económico en publicidad para convencer a montones de personas de que compren su decodificador, convencer a los anunciantes de que tienen clientes suficientes para hacer atractiva la emisión (y por tanto, conseguir más dinero para conseguir mejor programación, atraer clientes... etc), y convencer a sus inversores de que son un negocio rentable.

Naturalmente hoy día es más fácil para las cadenas porque a nadie le sorprende tener que ceder recursos públicos para que otros los exploten sin dar nada a cambio... ¡Oh! Se me olvidaba. Sí que están dando algo, ya que la "protección intelectual" termina obligatoriamente en poco más de un siglo, así que en algún momento podremos usarlas. Aunque todavía no podemos ver emisiones de dominio público porque ni siquiera ha pasado ese tiempo desde las primeras emisiones... decía, que si quieren emitir en abierto y aprovecharse de que el Estado ha desplegado receptores en cada casa apelando al derecho a la cultura y a la educación, tiene que pagar algo. Y lo único que pueden ofrecer es la "propiedad" de sus emisiones, pero ya, sin esperas. Así que lo lógico sería que si emiten en abierto es porque están ofreciendo también los "derechos" que reservaban para ellos. ¿Me equivoco mucho? No digo que hoy se haga así, sino que sería más lógico, más justo, más cívico, más acorde con el espíritu de los tiempos.
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jueves, enero 19, 2006

¿A quién pertenecen los contenidos en abierto?

¡Uff! ¡Cuánto tiempo sin actualizar estas páginas! Aprovecho ahora que tengo cinco minutos libres para intentar recuperar el ritmo de al menos una publicación a la semana.

Atención, pregunta, ¿a quién pertenecen los contenidos en abierto? Entendámosnos, conozco una parte de la respuesta. Por el simple hecho de emitir en abierto las cadenas no están cediendo ninguno de sus derechos sobre la obra (aunque sería lo ideal, imagina por un momento que si un anunciante quiere utilizar la red pública de comunicaciones, la que llega por ley a todos los ciudadanos como servicio básico, para aumentar su cuota de clientes en su propio beneficio, debe permitir que sus contenidos sean reaprovechados y utilizados por cualquiera de la forma que quiera --definición de dominio público--, en lugar de como pasa ahora, que una empresa puede utilizar una propiedad pública --propiedad mía-- para hacer negocio sin que yo pueda decir nada o me beneficie de ello). La parte de la respuesta que quiero que alguien me explique es la que me especifica qué tengo que hacer, a quién tengo que pedirle permiso, qué tasas debo pagar y qué contenidos pueden censurarme y cuáles no si yo mismo quiero reutilizar programación en abierto.

Ahora mismo hay empresas que ya lo hacen. Por ejemplo la operadora de cable R reenvía la señal de televisión estándar por cable, canales nacionales y el autonómico, más unos pocos canales propios, porque su oferta es teléfono, internet y televisión. Ha informado a sus clientes que dentro de poco lo hará con los canales de la televisión digital terrestre, para poder acceder a ellos sin necesidad del decodificador digital (algo que me parece obvio, no sé cómo no lo hicieron desde el primer día ¿problemas legales?). También hay otras que tímidamente empiezan a emitir televisión por internet (Telefónica, Jazztel...), aunque mucho debe cambiar la infraestructura de la red para que eso sea cómodo para el usuario medio. E incluso había alguna que intentó vivir exclusivamente de ello, con servicios de valor añadido que no recuerdo cuáles eran (Quiero TV, actualmente a la espera de otra oportunidad, o TiVo en el extranjero).

Entonces, ¿qué tengo que hacer si quiero montar un servicio similar? ¿Debo pedir permiso a alguien? ¿Pueden negármelo? Recuerda, estoy hablando de televisión que se emite en abierto sin ningún tipo de protección. Si yo estoy localizado geográficamente en su área de cobertura, la puedo sintonizar, ver, grabar y visualizar las veces que quiera. ¿Puedo colgarla en internet y ponerla a disposición del público que está fuera del área de cobertura?

Están tomando fuerza algunas tendencias en el mundo digital relacionadas con esta pregunta. Por un lado el auge de la publicación directa de vídeos o el alquiler de episodios de series modernas accesibles por internet, ya sea en la tienda iTunes o en el Google Video Store, o servicios multitudinarios y gratuitos como Google Video o YouTube (usan el formato flashvideo: mucha compresión, mala calidad, vídeo en internet para pobres) muestran la evolución natural de la tecnología de compresión de vídeo, ayudan a popularizar y aumentar la presencia en nuestras vidas de servicios multimedia. Aún falta, aunque hay intentos, un almacén serio y amplio de películas con licencias libres digitalizadas y preparadas para descarga con bittorrent. Es natural. Internet ya ha pasado por la etapa de ser sólo texto, la etapa de juntar texto y gráficos animados, la del abuso de animaciones flash, la popularización del audio en forma de música y telefonía por internet, ahora estamos en los principios del dominio del vídeo por internet como taquilla de cine o videoconferencia, y cuando aumente más el ancho de banda (que es lo que más frena el desarrollo) llegaremos a la realidad virtual, a las aplicaciones inmersivas como internet cotidiano, y a la desaparición de la barrera entre mundo real y virtual. Eso para el futuro.

Pero decía que hay tendencias interesantes hoy. La del aumento de contenidos audiovisuales atractivos para descargar. La del despegue en España (a menos en publicidad, y con retraso respecto de otros países más digitalizados) de los PVRs (personal video recorders). El aumento de referencias a centros de ocio digital en el hogar dentro de la industria informática, como el Windows XP Media Center de Microsoft o el FrontRow de Apple o la plataforma de hardware viiv de Intel. ¿Qué significa todo esto? Que por fin el vídeo está maduro para ser comercializado por internet, ya sea en el formato de descarga puntual de episodios o de visualización en tiempo real de los canales tradicionales de televisión incluso en España. ¿Y? Pues explotémoslo si la red lo soporta --la banda ancha en este país lo es sólo de nombre-- y nuestra leyes lo permiten --la propiedad intelectual aquí se utiliza al revés--.

Me gustaría encontrar en España un servicio como TiVo, pero gratis --cobran una mensualidad--. Me gustaría que todas las cadenas que se emiten en abierto en el país pudieran ser accesibles por Internet, no necesariamente como emisión en directo, sino como ficheros a descargar de algún sitio, clasificados ya por programas, con una guia de televisión fiable de verdad. Me gustaría que los programas estuvieran libres de anuncios. Me gustaría pudieran elegir ver las películas en las lenguas en que fueron emitidas. Me gustaría que ese almacén de televisión tuviera cosa de un año de memoria, aunque fuera pagando, y gratis si el servicio es por un par de semanas. Es decir. Llego a casa por la tarde, y me digo ¿hay algo en la tele? Hago un poco de zapping y no veo nada que me interese. O resulta que hay dos programas que mínimamente pueden tener algo que valga la pena, pero, cuestiones de contraprogramación, son simultáneos y coinciden hasta en los anuncios. Entonces enciendo el ordenador, me conecto al servicio éste y en el listado de películas veo que en Canal Sur este lunes echaron, no sé, El club de la lucha y me apetece verla otra vez. Y la descargo a mi ordenador sin más. Y no hay anuncios que corten la acción. Puedo pausarla, retroceder, ponerle puntos de parada. Puedo conectar con el IMDB y buscar información asociada, o acceder a los foros del servicio donde otros usuarios ya la han puntuado, y han localizado extras para ella, por ejemplo, los subtítulos. Y ¡sorpresa! Resulta que esa misma película había sido emitida dos meses antes en la Televisión de Galicia, así que si estoy apuntado al servicio de pago (que sólo aumenta el tiempo en que se puede bucear en el almacén), puedo descargar también la banda sonora en gallego y escucharla con las imágenes actuales. O acabo de descubrir Camera Café y me gusta y quiero más. Puedo buscar en el servicio éste todos los episodios disponibles (los de las últimas semanas, gratis, o el último año, de pago) para disfrutarlos cuando yo quiera en la dosis que yo desee. O estoy enganchadísimo a una serie, por ejemplo Redes, la de Punset, me he perdido el episodio de la semana porque tenía sueño y no lo resisto. Lo descargo al día siguiente, y lo veo tranquilamente. Con un servicio así automáticamente evito la contraprogramación, puedo seleccionar el 2% que merece la pena de la televisión de toda España en el momento que quiera, puedo verlo todo sin anuncios, puedo hacer una copia local y guardarla en mis discos, tengo una guía de programación exacta porque ha sido confeccionada con los programas ya grabados y con capacidades de búsqueda, puedo llegar a encontrar la pista de audio en varios idiomas, subtítulos --puedo hacerlos yo mismo y compartirlos con el resto--, puedo tratarla con software típico de tratamiento y edición de vídeo --acostumbrado al ordenador, la tele resulta un dispositivo muy básico y limitado--, puedo acceder a televisiones locales en la otra punta del país (si quiero limitarme al país, porque podría considerar ofrecer la de todo el mundo hispano), si están bien clasificados, puedo acceder a fragmentos de programas --ver la película de Versión española, pero sin tragarme el debate, o ver todas las noticias deportivas de los telediarios del país--, o abonarme a una serie --Friends-- y que el servidor me la vaya grabando y al terminar la temporada me la envíen a casa en dvd --¿puedo copiar y vender una emisión en abierto?--... no sé, hay miles de cosas que podrían ofrecerse al público.

¿Qué necesito para montar algo así? Ancho de banda, un montón de almacenamiento físico, hardware de sintonización y captura de vídeo, software de edición para recortar lo que es programa y lo que no lo es (¿sería difícil encontrar automáticamente los anuncios? ¡Pero si serán medio centenar que se repiten una y otra vez!) y comprimirlo con algún codec, gente en distintas localizaciones del país para recoger la televisión local, gente para confeccionar la guía de programación... Es decir, nada más que equipamiento barato, y gente que le dedique tiempo. El problema podría surgir en el tema legal. ¿Puedo reemitir sin más la señal? ¿Tengo que pedir permiso? ¿Tengo que pagar? ¿Puedo hacer negocio con algo así o sólo puedo mantenerlo mientras sea gratuito? ¿Los derechos de emisión en exclusiva de un acontecimiento deportivo me impiden grabar una copia casera y distribuirla un mes más tarde? ¿Puedo suprimir los anuncios o eso se considera alteración de la emisión y violación de la propiedad intelectual --repito que aquí la Ley se diseña a medida para mantener vivos artificialmente monopolios que debían haber caído hace mucho--? Si eso de editar la señal es un problema, existe una alternativa: se envía el fragmento de emisión original que constituye el programa (contenido más anuncios más las otras tonterías que contenga) junto con un fichero xml indicando los tiempos en que hay contenido y en que hay relleno, y es en el ordenador del usuario final donde se hace la extracción del programa después de pedirle confirmación; así no pueden decir que yo modifico la señal, sino que es el usuario que lo hace localmente con sus ficheros. Y él en su casa puede hacer lo que quiera.

Bueno, pues eso. Es una idea en la que estoy pensando.
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miércoles, enero 04, 2006

Réquiem por el FTP de Michel

Me he tomado las cosas con calma. Un poco por viajes, cenas de confraternización incluidas, y otro poco por pereza, es navidad, no he actualizado el blog las últimas semanas. Pero no creo que se haya notado, ¿verdad? Probablemente sigo sin lectores. Porque de comentarios, nada de nada. Bueno, aún así voy a seguir trabajando con él para que cuando lo descubras puedas disfrutar leyéndolo, encontrando una ensalada de temas variados desarrollados tranquilamente, que es como a mí me gustaría presentártelo. Eso sí, a lo mejor para entonces mis posiciones quedan un poco desfasadas temporalmente, pero puede que eso contribuya a darle algo de encanto.

Puedo también considerar que la ausencia de las semanas pasadas era un minuto de silencio, ya se sabe, en la blogosfera todo tiene otro ritmo, por el FTP de Michel. Para quienes no lo conocieron, el FTP de Michel era un simple almacén de literatura en castellano. Libros antiguos, viejos, nuevos, contemporáneos, recién salidos, anónimos, de autores conocidos, best-sellers... todo cabía en él, ya fuera literatura, teatro, manuales de informática o audiolibros. Incluso creo recordar que había una colección de pintura. Cada mes se añadían unos veinte libros más, estaba todo ordenado por autor, y proporcionaba un índice actualizado de todo el contenido. Cualquiera con acceso a Internet podía entrar, revolver, elegir y descargar libros. Nombre de usuario, libros. Contraseña, libres. Es difícil hacer una declaración de principios en menos palabras: "libros libres". Pero Michel estaba equivocado. Eran libros gratis, pero no eran libres en sentido estricto. Y en Noviembre el acceso desapareció para verse sustituido por un aviso indicando que CEDRO había contactado con él, y por si acaso tenían razón, para evitarse problemas legales había decidido abandonar. Aún se puede ver en su sitio original: "blah, blah, blah... A requerimiento de la Sociedad CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) que opina que desde el ftp se difundían muchos contenidos ilícitos (archivos con derechos protegidos), y para evitar males mayores hemos decidido cerrar los servidores a la espera de retirar todo el material que no sea de Dominio Público (DP)... blah, blah, blah".

¡Oh! ¡Sí! ¡Hay que destruir a esos malvados piratas que conspiraban para hundir el orden económico mundial regalando literatura! Eso sí que es peligroso. Pero en un país donde cada vez se lee menos (y se publica más, curiosamente) el delito de no pasar por caja no puede quedar sin ser perseguido. Desde el punto de vista del abogado, es un triunfo de la Ley sobre el delincuente. Desde el punto de vista del usuario (el mío), es un Desastre capital. Como clausurarle la nevera a un hambriento. En realidad, debería ser perseguido y penado el anteponer intereses económicos a un proyecto de biblioteca digital sin ánimo de lucro y ofrecida sin limitaciones... porque, ¿es que nos hemos olvidado que el derecho de copia privada es precisamente para proteger estas iniciativas sin ánimo de lucro? ¿No es obligación del Estado fomentar la difusión de la Cultura? Pues va a ser que NO. Al final resultará que está sólo para proteger a los comerciantes de la cultura de segunda división. Pero eso ya es agua pasada. Está hecho. Michel se ha decidido por la solución más segura, plegarse a sus exigencias, y en realidad no podemos quejarnos. Quien se atreva, que tire la primera piedra y tome el relevo. Imagino que ha sido mucho esfuerzo para que al final sólo unos pocos se lo agradecieran. Yo aún te lo digo ahora: "Gracias por todo, Michel".

Pero mientras espero a que el FTP de Michel resucite para ver qué hay qué ha quedado de sus cerca de 8000 obras, puedo contaros mi experiencia personal con el FTP para que entendáis porqué lo echo tanto de menos.

Lo primero era completar mi colección. Ya he dicho en una ocasión anterior que soy un buscador de literatura en ferias del libro antiguo, libro usado, de segunda mano y de ocasión, que son las que están al alcance de mi economía. Me interesa de todo un poco, pero básicamente he ido comprando ciencia ficción hasta llegar a unos doscientos libros. Y a lo mejor otro tanto en la casa de mis padres. No te rías, sé que no es mucho, pero al haber ido escogiéndolos uno a uno he desarrollado una relación especial con ellos; he leído cada uno varias veces, puedo recitarte párrafos enteros de alguno de ellos, o recordar una metáfora interesante que me ha gustado y buscarla y encontrarla en la colección. A veces es como si cada libro tuviera una personalidad distinta y nos hablara... Bueno, lo que quería decir es que si hay una colección entre mis preferidas es la colección de ciencia ficción de Ultramar Editores. Son libros de bolsillo, bastante buenos y de autores consagrados. Lamentablemente la editorial quebró hace ya algún tiempo y sólo se encuentran en ese tipo de ferias. Así que cuando se trata de una trilogía es bastante difícil encontrarla completa y se agradece cualquier ayuda para completarla. Eso me ha sucedido con la trilogía de Las islas de la guerra, de Ángel Torres Quesada, de las que reuní el segundo y tercer volúmenes y nunca conseguí el primero. O, más importante, con el ilocalizable volumen Hijos de la eternidad, de Juan Miguel Aguilera y Javier Redal, que es la segunda parte de Mundos en el abismo, que lo digo sinceramente, son obras imprescindibles de la ciencia ficción española. Y alguno más de la colección, que ya sólo están disponibles cuando han sido convertidos por aficionados a formato digital. Los encontré en el FTP de Michel.

Otra utilidad era descubrir autores nuevos. Cuando te gusta la forma de contar historias de un autor concreto o una colección, y has terminado ya con toda su bibliografía, y aún tienes ganas de más ¿qué haces? O nada, o buscar desesperadamente un autor similar para irte desenganchando poco a poco. Pero la idea de autor similar depende mucho de a quién le preguntes. Tuve la suerte de encontrar una página web donde habían hecho una correlación entre autores por su obra, y a partir del nombre de un escritor proporciona una lista de autores ordenados por proximidad. Así que si has leído ya toda la colección de Lois McMaster Bujold sobre Miles Vorkosigan, ya sabes, los gustos de cada uno son muy personales, y te ha gustado y lamentas que se haya terminado. O acabas de leerla y ya echas en falta más libros de Octavia Butler como la trilogía Xenogénesis, o de Jack Vance como la tetralogía del Ciclo de Tschai, el planeta de la aventura, o la saga de Alvin Maker, de Orson Scott Card (aunque personalmente sólo me han gustan los primeros libros) o la trilogía Dios de Dhrule, de Torres Quesada, la saga de los Cole, el Médico y demás, de Noah Gordon... o cualquier otro, pues vas a esa página, seleccionas autor y descubres las historias de La Materia Oscura, de Philip Pullman, o los libros de la Saga de Belgarath y Mallorea, de David Eddings... y a continuación te ibas al FTP de Michel a buscar a esa gente y te descargabas obras suyas para ver si efectivamente conectabas con ellos, o no. Es decir, podías comprobar si tu nuevo autor-descubrimiento estaba a la altura del anterior, y tranquilizar tu espíritu al ver que aún había una docena de libros para leer que probablemente te gustaran. Y leer más, que de eso se trata.

Otra posibilidad era saltarme las reglas del mercado, descubrir por mí mismo si un libro era bueno o sólo tenía una buena campaña de promoción. En el mundo de hoy, donde la publicidad controla nuestros gustos para hacernos consumir de modo impulsivo e irreflexivo, y lo que es peor, en realidad son varias campañas publicitarias simultáneas las que pelean por atraer tu atención, llega un momento en que hay que pararse, respirar profundamente y preguntarse, ¿de verdad soy yo el que se siente atraído por este autor, este libro y este tema o es algo que me están inculcando a fuerza de repetirlo diez veces al día? ¿De verdad merecerá la pena gastar dinero en este libro o los críticos sólo están repitiendo los mensajes que han escrito para ellos y por los que han sido pagados? ¿Me fío o no me fío? El FTP de Michel daba la oportunidad de buscar, comparar y decidir si comprar o no. Por ejemplo hay autores que se han creado una carrera a partir de un sólo libro, y después viven de rentas; sólo por fastidiar con nombres y apellidos, decir que estaba pensando en Matilde Asensi, mi opinión personal, por supuesto, que después de Iacobus sólo tiene interesantes la primera parte de El último Catón... Son totalmente prescindibles El origen perdido y El salón de ámbar, aparte de la última parte de la anteriormente citada, ambos ampliamente publicitados como "la última creación de la genial autora de Iacobus"... O en Dan Brown, que aparte de El Código da Vinci, que es entretenida, pero está sobrevalorada, tiene otras dos de relleno, Ángeles y Demonios y La conspiración. Y así hay cientos. Pues el FTP de Michel me liberaba de la presión publicitaria porque daba la oportunidad de comparar por uno mismo el historial de los autores y llegar a tus propias conclusiones. Malo, malo. Si eso se extiende, ¿qué va a ser de los artistas mediocres?

Aprender a escribir. Leer es sólo la mitad de la diversión, y escribir es la mejor parte. Pero llegar a conseguir un primer resultado que no te avergüence ante la familia requiere un esfuerzo inmenso y, en el proceso, manejar un buen puñado de libros es algo esencial para no caer una y otra vez en los mismos errores que todo el mundo; así conseguimos saltarnos algunos pasos intermedios. Porque vamos a ver, ¿prefieres aprender que hay cosas que duelen golpeándote la cabeza, o te basta con mirar a otros que se la están golpeando ya y luego se quejan? Pues eso. Cuantos más autores conozcas, cuanto más leas, más fácilmente encontrarás un estilo de escritura que vaya contigo. No tienes que inventarlo. Hay un montón. Puedes coger uno prestado. Ojalá yo pudiera escribir con la claridad de Isaac Asimov o Yakov Perelman, o el humor ácido de Eduardo Mendoza o Lois McMaster Bujold, o pudiera dibujar y detener la acción en el aire como Arturo Pérez-Reverte, o ser tan concienzudo y detallista como Thomas M. Disch o el mismo Umberto Eco... pero me tengo que conformar con parecer un nuevo Philip K. Dick después de fumarse lo que sea que se fumaba. Creo que se nota que no me entusiasma, ¿verdad? La razón es la serie de Sivainvi, rara a más no poder. De todas formas lo sigo trabajando, y en algún momento encontraré mi estilo.

Material de estudio. Puesto que no sólo de pan vive el hombre, es normal que tampoco se conforme con leer sólo sobre un tema. Una persona puede tener simultáneamente múltiples inquietudes. ¿Que si me gusta la ciencia ficción? Cierto, pero es que es un tema muy amplio que ha conectado en algún momento con la ingeniería civil, aeronáutica, robótica, matemáticas, informática... medicina, biología, xenobiología, química, astronomía, geología, física teórica... periodismo de investigación, análisis geopolítico, estrategia militar... historia de la literatura, pedagogía, música, ajedrez... cada obra es distinta y se centra en unos pocos temas, pero estoy convencido de que la ciencia ficción en conjunto debe haber tocado todos los temas posibles sobre los que se puede escribir. No sólo se trata de viajes espaciales, extraterrestres y máquinas que piensan. Pero dejando de lado un momento la ciencia ficción, hay un montón de temas que todavía me interesan, desde teatro costumbrista a la vida doméstica en el hogar oriental, historia de España o historia de la ciencia, pasando por la lingüística computacional, la antropología o la entomología. Y en el FTP de Michel había variedad suficiente para tenerme entretenido una buena temporada.

Ocio básico, ya que no tengo bibliotecas cerca y las que conozco no se actualizan desde que Moisés bajó de la montaña. Naturalmente hay soluciones alternativas para mi tiempo de ocio, pero no me dan tanto por tan poco. Leer cualquier cosa es una opción más sana, entretenida y útil que ver la tele, escuchar la música de Los 40 Principales, tragar el cine de Hollywood, jugar al buscaminas en el ordenador o ir al fútbol a chillar como un energúmeno. Esos entretenimientos "pasivos" que he citado sirven para desconectar la mayor parte del cerebro y llevarlo a recorrer los mismo caminos una y otra vez, en círculos, atrofiando nuestra capacidad creativa, en contra de los entretenimientos "activos" que nos fuerzan a pensar. Exagero, de acuerdo, pero sólo un poco. ¿Porqué crees que la política romana de pan et circus formaba parte del día a día del populacho? No porque les diera esperanza de que su forma de vida cambiara, sino una vía de escape a la rutina en forma de espectáculo para que dejaran de pensar en sí mismos y su miserable situación por un rato. Se trataba de dormir a la inmensa mayoría de civiles para evitar conflictos mientras se llevaba a cabo la integración de todas sus culturas. Pues parece que el espíritu de la romanización continúa.

Ahorrarme un dinero que no tengo, innegable. Es otra vez la aplicación de la paradoja del dinero infinito: como tengo una cantidad limitada de dinero, no puedo arriesgarme a que la literatura que compre sea de baja calidad, o mala, o trivial, o de un sólo uso... así que compro muy poco, y el dilema del autor es que o le leo gratis o no le leo en absoluto, pero en cualquier caso en la actualidad mi persona no les proporciona ingresos. Pero ¿el FTP de Michel estaba reduciendo la venta de algunas obras en las librerías? Seguro que sí, pero de forma muy limitada. A mi experiencia me remito de nuevo. De Asensi, por ejemplo, he leído un libro porque me lo prestaron, uno porque lo compré, uno porque me lo regalaron y otro porque lo busqué en el FTP. De Brown, uno prestado, uno regalado y uno del FTP. De Scott Card, de la saga de Ender, dos encontrados en la biblioteca, y uno comprado, de la saga del Retorno, comprados los cinco, de la saga de Alvin Maker, descargados los seis del FTP. De Lois McMaster Bujold, uno comprado y once descargados del FTP. Pero los compraré en papel si los encuentro a buen precio, porque me gustan. De Noah Gordon, cuatro comprados. De Anne Rice, tres comprados y gracias. De Jack Vance, saga de Majipur, cuatro comprados, saga de Tschai, cuatro comprados, saga de La Tierra Moribunda, dos comprados y si hay más, los descargaré del FTP. De Pérez-Reverte, saga de Alatriste, uno comprado, dos prestados, dos descargados del FTP, más otros tres comprados, y al menos otro más descargado. Me gustaría tener en papel los de Alatriste, pero esperaré a que bajen de precio. Lo mismo pasa con la saga de Rama, de Arthur C. Clarke, y con los de la Fundación, de Asimov... y así sucesivamente. Y es que en mi caso, tener los libros en formato digital es un paso previo a comprarlos, siempre que el libro merezca la pena y el precio no sea exagerado, es decir, cuando los encuentre en ferias del libro de segunda mano y ocasión. Parece que el préstamo de libros entre amigos hace tanto daño a las ventas como la compartición vía Internet. ¿La prohibirá CEDRO? ¿O le pondrá una tasa?

Así que, en conclusión, no veo que el FTP fuera una amenaza para el mundo, sino que era más parecido a un escaparate o a la biblioteca pública de barrio que pretendía ser. Pero igualmente está cerrado. Piensa en ello un momento. Una iniciativa popular legal cerrada por los que defienden el concepto de trabajar un año, y cobrar cien. Según mi punto de vista, totalmente discutible, por supuesto, cuando la industria editorial aceptó la legislación vigente para construir un mercado capitalista, basado en la escasez natural o artificial de bienes, no hay que olvidarlo, tuvo que aceptar todas las reglas que le convenían y todas las que no. Entre las primeras estaban aquellas que protegían su inversión de las amenazas de robo y plagio, por ejemplo, y la capacitaban para recolectar impuestos sobre las máquinas de reprografía. Entre las segundas estaban las de no inmiscuirse en la difusión de la cultura cuando hubiera buena fe y no negocio de por medio, que es lo que protege el derecho a copia privada. Pero parece que le es más fácil cumplir con los derechos y que con las obligaciones, y se producen efectos como el cierre de esta biblioteca. Y quién sabe la cantidad de proyectos que no se llevan a cabo por miedo o por este desconocimiento de tus derechos ante la Ley.

Si estoy confundido, si resulta que el derecho a copia privada no se puede aplicar aquí, si al final como ciudadano sólo tengo derecho a comprar la mercancía cultural que empaquetan para mí y no a buscarla y compartirla a mi modo, pues agradecería que me alguien me lo dijera. Lo digo en serio. Estas cosas hay que aclararlas de una vez por todas.
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